domingo, 28 de mayo de 2017

Del miedo a la fantasía



El proceso de iniciación debería ser un goce por lo nuevo, en vez de un temor a lo desconocido 
(Ruth Harf, docente argentina)

En la actividad 4 del curso sobre TIC para docentes, se nos pide una reflexión sobre las metodologías y los enfoques pedagógicos que incorporan las TIC como herramientas, y que expliquemos cuáles son las que más nos llamaron la atención. Pues allá voy. 

Como verán, esta entrada está encabezada por una frase de una maestra argentina y la elegí porque coincide con mi primera reflexión sobre mi relación con las TIC en el aula: creo que nuestro problema original ha sido el miedo, pero no a las máquinas en sí,  sino a todo lo que no conocemos de ellas. Por eso, en este proceso de iniciación en el uso de herramientas nuevas -al que nos han obligado nuestros alumnos- nos exigen superar prejuicios del tipo "nuestros alumnos no razonan por culpa de la tecnología" o "nuestros alumnos no saben lo que pasa a su alrededor por jugar con su celular". 

¡Ojo! Es posible que algo de razón haya en todas estas objeciones para que las TIC ingresen en el aula, pero creo que también depende en gran medida de nosotros, como docentes, ayudarles a descubrir qué es lo que pueden hacer con estas herramientas.


Por eso, para empezar a hablar del módulo 4 me es imprescindible hacerles algunas confesiones, a saber: 

1) los que me conocen saben que soy una persona  tecnologizada -de hecho, esta entrada la escribo en mi celular, mientras viajo desde Santa Rosa, departamento del este mendocino, hacia la ciudad-, es decir, hago casi todo con  tecnología, pero no sin razonar, no mecánicamente. No soy una escindida del mundo por esto. 

2) Soy profesora de Lengua y Literatura, pero no escribo manuscrita. Es decir, no escribo con lapicera o lápiz en papel.  Y ya sé: varios deben estar anudando la soga para ajusticiarme en la plaza, pero ¿saben algo? con el colectivo en movimiento, es imposible escribir de manera legible y además, mi personalidad virginiana no admite desprolijidades, y borrar/tachar y volver a escribir me parecen una pérdida de tiempo en la era de Word. 

3) Mis alumnos no usan diccionarios de papel. ¿Ustedes vieron esos mamotretos de la Real Academia Española? Son dos. Cada vez tienen más palabras, por ende, más hojas y se ¡actualizan cada 10 años! ¿Se imaginan a nuestros alumnos haciendo todo el procedimiento que no enseñaron nuestros maestros, mientras tienen al alcance de un clic www.rae.es, con sus significados "fresquitos"? ¿Por qué yo habría de someterlos a esa tediosa tarea, si viajo con mi diccionario a todas partes gracias a la app que descargué en mi celular y en mi tablet? Está bien: es una manera de que recuerde el abecedario...

4) Soy una profesora que incentiva a sus alumnos a leer en cualquier formato, pues cada uno tiene sus encantos, siempre con la premisa de que lean. Es que descubrí que es tan placentero el olorcito a libro como estar en la cama tirado y leyendo en cualquier posición, sin que se me adormezca la mano que sostiene el libro.  

5) Las anteriores me sirven para decir que ubicuidad y el Mlearning me resultan sumamente atractivos, por razones obvias. Y para esto (otra confesión) tuve de derribar varios mitos (antes que nada en mis prácticas de usuaria y después, en las de docente), entre ellos que la tecnología estupidiza, que el diccionario de papel hace que piensen más, que no hay como leer un libro de papel, que escribir a mano es lo mejor que nos puede pasar en todas las edades y en cualquier actividad... Mitos que tenían más que ver con mis desconocimientos​ e inseguridades que con los supuestos terribles efectos de la tecnología.

No obstante, entiendo que los docentes hoy tenemos otro miedo: si todos aprendemos todo el tiempo, en cualquier lugar y sólo necesitamos un dispositivo con conexión a internet, ¿los profesores hemos pasado al plano de lo prescindible? No creo en eso. Sería como despersonalizar el aprendizaje, en cierta medida, sería como deshacernos de nuestra vocación y dejarla en manos de los aparatos, y eso sí sería abandonar a nuestros alumnos al mecanicismo. Los docentes siempre seremos necesarios. Si no, veamos el siguiente video: 




El conocimiento, la información, los aparatos... nuestros alumnos tienen todo eso a la mano -por lo menos, la mayoría los tiene-, pero ¿cuál de todos ellos puede ayudarlos a descubrir quiénes son y de qué son capaces? ¿Cuál de todos esos elementos les hablará de actitud, creatividad, oportunidades, respeto...? ¿Cuál será el encargado de orientarlos en su búsqueda para hallar su potencial? Todo esto no se puede hacer desde la virtualidad. Esto solo es posible en las aulas. 

Es por esto que, sumadas a la ubicuidad y al mlerning, encuentro que el blearning (o aprendizaje mezclado) y la clase invertida son buenos compañeros. De hecho, hace ya bastante tiempo que trato de desmitificar mi rol frente a mis alumnos, haciéndoles saber que el aula no es un espacio para recibir información, sino para compartirla. Eso ha hecho que los protagonistas seamos todos y que ellos se sientan involucrados en el proceso: su aprendizaje no depende solo de mí, sino de ellos. 


Finalmente, en este módulo del curso me han llamado la atención la gamificación, la realidad virtual y la realidad aumentada. Entonces, imagino un videojuego en el que el desafío sea ortográfico, o introducirlos en el Imperio Romano para que ellos mismos vivan los avatares de su expansión y junto con ello, la evolución del latín hasta convertirse en el español que hoy hablamos y escribimos, o introducirlos en un texto y que en vez de escribirlo, ellos se conviertan a un cursor que va ordenando las ideas y así enseñar las propiedades textuales, o hacer que "vivan" una novela o un cuento, o a través de la realidad aumentada, seguir el itinerario de algún personaje... Es que como dice Elena Santa Cruz, "el juego no es chiste"





Bueno, está bien. Quizá ya perdí tanto el miedo que ahora me animo a fantasear y todo. Tal vez de eso se trate: de fantasear para que los aparatos se vuelvan nuestros aliados y no sigamos desgastándonos en una lucha sin cuartel contra los que generalmente se denominan "distractores". Ya veremos qué pasa...


Hasta la próxima. 






   

domingo, 7 de mayo de 2017

El mejor truco: la competencia

"El espectador es la parte más importante de cualquier truco. 
Tú debes ganar la entrada a su cabeza y a su corazón" 
(Jon Racherbaumer, mago)

He elegido esta frase del mago estadounidense para iniciar este artículo sobre la reflexión acerca de mis competencias en TIC como docente porque es exactamente la imagen que se me vino a la mente cuando elegí el título de este blog.

Docencia actual: el arte del presTICdigitador surgió al comienzo del curso sobre el uso de TIC en las aulas, el 23 de abril de 2017. Había que elegir un nombre y se me ocurrió un juego de palabras. Pero no fue cualquier juego de palabras: quise que el título de mi blog reflejara, sobre todo, mi percepción de las TIC en mi práctica docente y de mí misma al usarlas. Es que no sé si a muchos les pasa, pero a mí desde hace unos años me preocupa más el a través de qué que el qué mismo de mi clase.

Así es que cada tanto se me cruza la idea de que desarrollar una clase que posea la dosis justa de conceptos, entretenimiento y sentido para mis alumnos se parece más a un acto de magia que a una situación pedagógica. No hay galera ni conejo ni varita. En su lugar tenemos netbooks, notebooks, celulares, tablets, las famosas apps... que pueden hacer aparecer, mantener o esfumar, como por arte de magia, la atención, el interés y la participación de nuestros espectadores.

Los invito a que vean el siguiente video. Lo descubrí sin querer y juro que lo hice después de haber escrito y reescrito esta entrada varias veces. La clase no es solo conocer el truco, sino hacer que la magia suceda, crear magia... Y todo es cuestión de competencia.




 Ahora bien, la tarea del módulo 2 de este curso, hizo que, puesta a reflexionar, llegara a la conclusión de que la tan mentada competencia digital docente se ha mantenido en mí en su estado más básico en ciertas áreas, mientras que en otras se ha desarrollado un poco más.

Por lo tanto, siguiendo con la analogía del prestidigitador, yo vendría siendo una hacedora de trucos con más intuición que fundamentos. La realidad es que soy una persona que, a pesar de usar la tecnología, de haber incorporado herramientas tecnológicas en su trabajo cotidiano, desconoce cuestiones que contribuirían a que algunos de mis "actos" no naufraguen en el escenario, no se conviertan en fracasos épicos difíciles de revertir. Estaría a medio camino -si no es a un cuarto del camino- de lo que plantea Chris Emdin en el video.

Para que corroboren mis conclusiones aquí les dejo el mapa mental  que revela mi análisis sobre mi competencia digital docente. En las notas que acompañan a los nodos encontrarán mis comentarios acerca de en qué me siento más débil.

Eso sí: creo que he dado un paso para avanzar. He reconocido que "sólo sé que no sé nada"